9.- ¿Cómo puede transformarse una nación en sociedad? - Por: Héctor Gonzalo Córdoba Espitia

28.10.2013 22:57

Aunque esta pregunta parece una averiguación de lo imposible, encontraremos que no lo es, si tenemos en cuenta la existencia de muchos imposibles de primera vista que en realidad no son sino obras demasiado grandes, muy exigentes de trabajo, de conocimientos, de mucha dedicación y de la participación de gran número de personas.

Existen, es cierto, enormes dificultades para alcanzar esa meta, por la magnitud del cambio, por el poder que se necesita para hacerlo, por el multimillonario número de voluntades humanas que deben participar en su realización y sostenimiento, por la enorme carga de prejuicios, tradiciones, malas costumbres, miedos, corrupciones, mitos, artilugios y mentiras que aprisionan las mentes de la mayor parte de la población, de la cual deben ser liberadas por la sola fuerza de la razón y del íntimo convencimiento.

Es cierto, también, que la observación de ese panorama de dificultades, desde el mismo punto de vista en el que tradicionalmente han venido formándose las generaciones de esta nación, puede reafirmar la incontrovertible creencia de la imposibilidad del cambio, porque conforme al modo de pensar tradicional no ha nacido, ni nacerá en mucho tiempo, el dirigente político y social que lo haga, ni el que lo quiera hacer.

Y no es menos cierto que la dificultad derivada de la sujeción de la mentalidad de la gran mayoría de los habitantes se ha creado en el transcurso de mucho tiempo de existencia de la nación, para el solo fin de conservar intacto el inveterado modo de organización social y de gobierno, e impedir el cambio o impedir que exista cualquier otro modo de pensar diferente.

Una de las facetas de la sujeción de la mentalidad de la población hace suponer que el cambio debe ser hecho por un dirigente político y social y que es necesario esperar a que algún día uno de ellos lo haga. Este equivocado concepto es corriente entre la mayoría de los habitantes, la cual obviamente no pertenece a la clase dirigente. Pero es claro que a los dirigentes no les interesa ni les conviene hacer el cambio, porque no están dispuestos a desmejorar sus privilegios ni a deteriorar su poder. No obstante, en la propaganda electoral y en el discurso público de esos personajes siempre aparecen las promesas del cambio, que nunca son cumplidas.    

En la lista de las dificultades, la sujeción de la mentalidad de la población es la primera que debe superarse, de manera especial en lo concerniente al dirigente que haga el cambio. Cuando la mayoría de la población comprenda que no debe esperar a que alguno de los dirigentes políticos y sociales haga el cambio, aunque todos ellos prometan hacerlo cada vez que pretendan obtener votos para ser elegidos como gobernantes, y cuando comprenda que el cambio tienen que hacerlo directamente los ciudadanos, poniéndose de acuerdo en lo que más les conviene y escogiendo los programas de acción en procesos electorales, por escrutinio de mayoría de votos, sin tener como preferente lo que quieran imponer quienes pretendan fungir como dirigentes, habrá dado un paso gigantesco en el camino que conduce a la organización de la sociedad y que lleva a la creación de la sociedad democrática.     

Para superar esta dificultad es necesario entender con toda claridad que el cambio es posible y que pueden hacerlo los ciudadanos por acuerdo de mayoría, sin esperar a que los dirigentes lo hagan.

La comprensión de la posibilidad del cambio consiste en que la mayoría de la población, en los estratos medios, pobres y de absoluta pobreza, obtenga conocimiento de que hay condiciones de vida diferentes a las que la agobian, las cuales son más conformes con la naturaleza y la dignidad del ser humano y que puede alcanzarlas si se decide a encontrar la manera racional de efectuar el cambio para que exista un mejor modo de gobierno y de organización de la comunidad.

También deberá estar muy claro en ese conocimiento que el modo de gobierno y de organización social no pueden ser los que quiera imponer un dirigente o un reducido grupo de dirigentes, sino los que la mayoría de los mismos ciudadanos escoja después de amplias deliberaciones en las que puedan participar y proponer todos los que quieran hacerlo.

En la medida en que se vaya superando la dificultad de la sujeción de la mentalidad de la población se irá desarrollando la integración del pueblo como ente político. Una vez consolidada esta integración ya será posible instituirlo como ente jurídico mediante la creación de la nueva Constitución Política. En esa circunstancia, la voluntad política mayoritaria de los ciudadanos estará reunida en el pueblo, y en él residirá, de manera exclusiva, la soberanía o suprema autoridad, de la cual emanará el poder público de la sociedad democrática.  

Por tanto, el momento en que el pueblo alcance el poder que se necesita para hacer el cambio y tenga el carácter jurídico de soberano, será el momento en que se superen las dificultades de la falta de poder y del multimillonario número de voluntades humanas que deban participar en la realización y sostenimiento de la transformación de la nación en sociedad. Asimismo, con la superación de estas dos dificultades ya será posible superar la dificultad originada en la magnitud del cambio, dado el hecho de que el pueblo obtendrá las características y las facultades que lo capacitarán para efectuar esa transformación.

En resumen, el comienzo de la integración del pueblo es la formación ciudadana, que consiste en la capacitación de los habitantes en el modo de pensar libre, igualitario, solidario, equitativo y democrático.

Quienes comprendan la importancia de promover la integración del pueblo y sientan que ayudar a su realización es la más útil y la mejor acción que puede hacerse por la humanidad y por el futuro de la nación en la que se ha nacido, están llamados a participar en la tarea de formación ciudadana. Para ese efecto debería crearse una fundación o asociación en la que se programen los trabajos y se impulse el desarrollo de este propósito.

Invito a los lectores que estén de acuerdo con estos pensamientos a enviarme sus comentarios y a los que quieran acompañarme en la creación de la fundación o asociación, a que manifiesten lo que estimen conveniente.

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