2 - La necesidad de reorganizar a la nación colombiana - Por: Héctor Gonzalo Córdoba Espitia

23.07.2013 17:16

Algunos de los lectores que vean el título introductorio de este escrito quizá no se sientan atraídos a leerlo porque esa frase no les indica nada de importancia para su modo de pensar o de vivir. A ellos no les interesa la nación colombiana, ni el modo como esté organizada, tampoco quieren saber si necesita una reorganización; solamente se ocupan de sus asuntos personales. Pero están en grave riesgo de encerrarse en el laberinto donde pueden quedar aislados del conocimiento de las condiciones de la convivencia social y quedar incapacitados para aprovechar las oportunidades de alcanzar los mejores niveles de bienestar y de progreso que pueden obtenerse mediante el mutuo apoyo en las relaciones con los otros.

Esas son algunas de las consecuencias de la actitud individualista, en la que incurren quienes no se percatan de la característica de sociabilidad inherente a todos los seres humanos, o en la que incurren quienes advierten esa característica pero se niegan a reconocerla.   

Es racionalmente imposible desconocer que los seres humanos somos seres sociales por naturaleza; nacemos, vivimos y morimos dentro de los grupos humanos o naciones, a los que se acostumbra dar el nombre genérico de “sociedad”.  

Entre la sociedad y cada uno de los seres humanos que la integran hay una relación de interdependencia, en la cual, la existencia de ésta necesita de la unión en convivencia de muchos seres humanos y, a su vez, las condiciones de vida de cada uno de los seres humanos que la componen se originan en el modo como ella se organice y en el estado en que se encuentre.

Pero la organización de las naciones, en esta etapa de la evolución histórica de la humanidad, todavía no alcanza a tener la forma necesaria que debe tener la verdadera sociedad, aunque ya se ha avanzado lo suficiente en el conocimiento y en el desarrollo social, tecnológico y científico; por esta razón es más realista, y tiene más fundamento científico, hablar de la organización de las naciones y, como lo sugiere el título de este artículo, plantear la necesidad de reorganizar a la nación, específicamente a la nación colombiana.

El objeto de esa reorganización es crear las condiciones jurídicas que conduzcan a la creación y organización de la sociedad colombiana, superando la situación de inferioridad en la que se hunde la gran mayoría de los habitantes por estar imposibilitada para hacer uso de la libertad, que solamente existe en la letra muerta de la ley, o para vivir en condiciones de igualdad, porque la absoluta falta de oportunidades la condena a padecer todas las carencias y humillaciones y a no tener a su favor la solidaridad, ni la equidad, ni el derecho.    

Ese objetivo no es una ilusoria utopía irrealizable; de modo contrario, es una meta posible de alcanzar y realizar, que solamente necesita de la voluntad política de quienes la deban ejecutar. Es una meta posible porque el territorio en el que habita la nación colombiana es un lugar privilegiado del planeta terrestre, donde la Naturaleza ha sido pródiga en tierras fértiles, variedad de climas, abundancia de corrientes de agua, de selvas, bosques, biodiversidad, minerales y extensas costas sobre dos océanos, en las que son inmensos los recursos de la pesca y de la plataforma submarina. Toda esa abundancia de elementos materiales de la Naturaleza está ahí para que a ella se aplique el trabajo de los colombianos y se convierta en bienes utilizables en la satisfacción de las necesidades vitales de ellos y en el mejoramiento y perfeccionamiento de su calidad de vida, así como en la obtención de conocimientos y desarrollo de la tecnología y de la ciencia.

Aunque han transcurrido más de doscientos años desde la Declaración de Independencia, esta nación no ha podido organizarse de manera eficiente para aprovechar las ventajas del territorio en el que habita. No lo ha podido hacer por falta de voluntad política de quienes la han gobernado. La codicia de negociantes extranjeros siempre ha puesto su atención sobre los recursos naturales del territorio de esta nación y ha encontrado la forma de excitar la ambición y dominar la voluntad de muchos políticos a quienes ha favorecido para que lleguen a las más altas posiciones de gobierno, donde puedan ordenar que las ventajas naturales del territorio nacional queden a disposición de esos negociantes, para que se enriquezcan y lleven esa riqueza a ser utilizada en otras naciones, mientras que los habitantes colombianos siguen sin oportunidades de trabajo y sin posibilidades de salir de la pobreza extrema.         

Ese es el trasfondo económico de la política y de la organización de la nación colombiana a todo lo largo de su existencia desde la Declaración de Independencia, el cual tiene su origen en el hecho social de que el estrato dirigente estuvo conformado, desde los primeros años de vida independiente, por los “criollos”, descendientes de los conquistadores y colonizadores españoles que se apoderaron de grandes extensiones de tierra y de minas de metales preciosos. Esos personajes y sus descendientes ocuparon y han venido ocupando, por el poder de sus riquezas y de la influencia social, las posiciones de gobierno de toda la nación y de las secciones de la división territorial, y han desarrollado una forma de hacer política, de gobernar, de administrar y de organizar a la nación, que tiene como única finalidad favorecer sus intereses económicos y los de sus aliados extranjeros a quienes ofrecen todas las facilidades y oportunidades de explotar los recursos naturales y llevarse las riquezas del territorio nacional.

La forma de gobierno en Colombia es claramente oligárquica, pero hábilmente disfrazada de democracia. En esta forma de gobierno nunca habrá voluntad política de crear y organizar la sociedad colombiana. El verdadero problema está en la falta de democracia, porque la voluntad política que se necesita para ese efecto es la de la mayoría de los ciudadanos colombianos que estén inscritos en el censo electoral vigente. Esa mayoría es la que debe crear las condiciones jurídicas necesarias para instituir la democracia y organizar la sociedad colombiana dentro de los principios de libertad, igualdad, solidaridad, equidad y derecho, con la finalidad de que todos los habitantes puedan convivir en paz y puedan atender a la satisfacción de sus necesidades vitales y a la obtención de mejores condiciones de vida.

No hay duda de que en la actualidad es necesario e inaplazable reorganizar a la nación colombiana. Esa necesidad se manifiesta en las noticias que todos los días informan de la incesante corrupción en los contratos de la administración pública de casi todos los lugares del país, en las que se descubre el concurso delictivo entre políticos, funcionarios administrativos y contratistas.

También se hace visible en las noticias de la inhumana e indolente ineficiencia del servicio público de salud, convertido en muy lucrativo negocio, por obra de la privatización que impusieron los políticos mediante leyes amañadas para favorecer las ganancias de los comerciantes del derecho a la salud de los colombianos, o las alarmantes noticias del desempleo, que no disminuye, mientras el gobierno permanece esperando que los empresarios den a unos pocos trabajadores algunas oportunidades de obtener mezquinos ingresos, olvidando que la Constitución Política vigente tiene establecido que: “El Estado, de manera especial, intervendrá para dar pleno empleo a los recursos humanos y asegurar que todas las personas, en particular las de menores ingresos, tengan acceso efectivo a los bienes y servicios básicos. También para promover la productividad y competitividad y el desarrollo armónico de las regiones.” 

O, las noticias acerca de la frustración de la juventud de las clases menos favorecidas de la fortuna, entre las que se cuenta la clase media, privadas de acceso a las universidades y a los institutos tecnológicos, por carecer de los recursos monetarios exigidos para el pago de matrículas y el sostenimiento en los estudios; o, las noticias de las condiciones de vida miserable que llevan los habitantes de los campos, desplazados hacia los extramuros de las grandes ciudades, a donde han llegado huyendo de la violencia criminal que les arrebató sus tierras.

O, muchas otras noticias diarias de repetidos y continuos hechos de injusticia social, inequidad, abusos de poder y violación de los derechos humanos, que los lectores conocen y no se incluyen aquí para no extender demasiado la lista.

La pregunta que surge de lo expresado es ésta: ¿Si no hay duda de que es necesario e inaplazable reorganizar a la nación colombiana, por qué no se ha hecho esa reorganización? La respuesta es obvia: Porque quienes han gobernado a la nación y quienes actualmente la gobiernan no han querido hacerlo, ni quieren hacerlo, y porque han creado una manera de organizarla, instituida en la Constitución Política, que hace imposible esa reorganización.

En estas circunstancias, el partido político que solamente ofrezca hacer cambios legislativos para corregir las injusticias sociales y las inequidades y, además, poner funcionarios honestos en los cargos de la administración pública para acabar la corrupción, tampoco podrá hacer esa reorganización aunque obtenga la mayoría de los votos en las elecciones presidenciales y en las corporaciones de elección popular. El solo objetivo de ganar en las elecciones no podrá alcanzarlo sin dar los primeros pasos hacia la corrupción.

Esto quiere decir que la reorganización solo es posible hacerla después de cambiar la Constitución Política vigente, estableciendo en ella las siguientes modificaciones principales: 1) La voluntad mayoritaria de los ciudadanos es la que gobierna; esa voluntad, después de ser escrutada en los procesos electorales, será de obligatorio cumplimiento y se convertirá en mandato que deben acatar fielmente los miembros de la Asamblea Legislativa a quienes corresponderá redactar las leyes. 2) Ese mandato deberá continuar cumpliéndose en la acción de los ministros de la rama ejecutiva, a quienes corresponderá ejecutar, cumplir y hacer cumplir las leyes dirigiendo y vigilando los órganos de la administración pública, la cual funcionará desconcentradamente en todos los municipios y distritos del territorio nacional. 3) Todos los funcionarios y empleados de la administración pública serán de carrera administrativa y serán elegidos en concurso de méritos que realice la Escuela de Administración Pública. 

Los partidos políticos que verdaderamente quieran sanear la política y establecer la democracia, no la de apariencia, que solo consiste en hacer elecciones para elegir a los jefes naturales de los gobiernos de la oligarquía, sino la democracia en la que el pueblo gobierna, tendrán que dedicarse a la tarea de movilizar a la ciudadanía hacia la finalidad de construir las cláusulas de la nueva Constitución Política que organice la Sociedad Democrática Colombiana y obtener que sea aprobada mediante el procedimiento constitucional vigente, en el que se hace necesaria la participación electoral de la voluntad mayoritaria de la ciudadanía.      

 

 

 

 

 

    

 

    

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