Desde el comienzo de la humanidad los seres humanos nacen, viven y mueren en grupos. Es de la naturaleza del ser humano que solamente pueda vivir en grupos y que, por esta causa, cada uno de los individuos, y los grupos a los que pertenecen, conformen un todo en el que el individuo es una parte y el grupo es el todo.
Así, en el transcurso del tiempo, durante muchos milenios, los grupos humanos se han integrado y desarrollado en conjuntos cada vez más complejos y numerosos. En la actualidad esos conjuntos han llegado a ser enormes naciones pobladas por muchos millones de habitantes.
Los primeros grupos que existieron en la Tierra fueron las familias; la unión de familias formó los clanes; la integración de clanes formó las tribus, con las que nacieron las ciudades, y la integración de las tribus conformó las naciones.
Desde la antigüedad, los filósofos le han dado el nombre de sociedades a los grupos humanos, aunque el modo como estén organizados no amerite que tengan esa denominación. Contrariamente, el verdadero concepto de sociedad humana exige, desde el punto de vista científico, la reunión de elementos necesarios para que un conjunto de seres humanos pueda ser considerado dentro de esa categoría. Por tanto, la sociedad humana se concibe como el modo de organización de la vida de una comunidad, que se realiza dentro de las normas del derecho y de la vigencia de los principios de libertad, igualdad, equidad, solidaridad y soberanía popular. Ese modo de organización, de característica esencialmente democrática, hará posible alcanzar las óptimas condiciones que aseguren una forma superior de existencia de los seres humanos.
Así, la sociedad democrática se conformará cuando los habitantes de un país se pongan de acuerdo en obrar conjuntamente, con ánimo de cooperación, para alcanzar finalidades comunes con las cuales puedan superar todas las dificultades que se opongan al desarrollo de sus vidas dentro de las mejores condiciones, o superar las dificultades que les impidan alcanzar las metas individuales de progreso, siempre que esas metas no sean perjudiciales para la misma sociedad.
En esas circunstancias, la organización social y la regulación de las relaciones entre los habitantes, serán condiciones de vida elaboradas por las inteligencias y las voluntades de los mismos habitantes, las cuales dependerán del conocimiento que ellos tengan de la realidad social e irán dirigidas a la consecución de finalidades de beneficio común que les mejoren el desarrollo de su existencia individual y colectiva.