Desde la Antigüedad hasta la actual Edad Contemporánea han sido organizadas las naciones bajo el dominio de los grupos de líderes o de familias que han obtenido el poder y se han sostenido en él por medio de la violencia material o moral, aplicando la fuerza y el miedo, o el terror.
En el Siglo XX coinciden varias circunstancias generadoras de condiciones favorables a la terminación del modo secularmente tradicional de conquista y ejercicio del poder político; las principales son: el establecimiento en muchos países del derecho político de elegir los gobernantes y los representantes de los electores en el gobierno mediante el voto de todos los ciudadanos: hombres y mujeres; el poderoso desarrollo de los conocimientos como consecuencia de la intensificación de la investigación científica y de la creación tecnológica, con las cuales se produjo el armamento usado en las dos guerras mundiales que causaron los sufrimientos y la muerte de millones de seres humanos, en despiadadas hecatombes; el prodigioso avance en el desarrollo de las comunicaciones, con el que se ha favorecido la difusión de los conocimientos, logrando que estos ya no estén reservados al dominio exclusivo de unos pocos privilegiados; la institucionalización universal de los derechos humanos en el derecho internacional, mediante los tratados de aprobación de las naciones a la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Esas circunstancias han comenzado a cambiar la vida de la gran mayoría de los pueblos, produciendo profundas transformaciones en las conciencias de los individuos, que les despiertan el anhelo de ver realizados los modos de organización social fundamentados en los ideales de libertad, igualdad, solidaridad, equidad, soberanía del pueblo y derechos humanos, los cuales son los valores esenciales de la sociedad democrática.
El conocimiento enseña a los seres humanos que es posible utilizar los recursos naturales con la finalidad de satisfacer todas las necesidades de subsistencia y que es posible mejorar progresivamente las condiciones de vida obteniendo cada vez más comodidades, menos desgaste de energías en el trabajo, más descanso, más placer, más salud, mayor prevención y protección respecto de accidentes y desastres naturales y más sabiduría.
De esa manera aprenden que mediante la prevención pueden disminuir en gran proporción la dependencia respecto de los rigores de la Naturaleza y que pueden liberarse en gran parte de las incertidumbres y de la sensación de inseguridad causada por el temor al futuro desconocido. Así, los individuos de la especie humana encuentran el modo de confiar más en su acertado razonamiento, en la suficiente y veraz información, en la previsión, en la evaluación de los riesgos, en la atenta observación de los hechos y en el trabajo diligente y cuidadoso. También logran entender que por medio de sus inteligencias y la correcta aplicación de sus voluntades pueden llegar a las metas que se propongan y que son los constructores de sus propios destinos. Desde esa posición pueden obtener plena conciencia de su libertad.
Además, el conocimiento de la naturaleza individual y social de los seres humanos aporta valiosas enseñanzas acerca del modo de organizar la vida en comunidad. Esas enseñanzas son la fuente en la que brotan los modos de organización social arriba mencionados. Los conceptos que las conforman serán los pilares sobre los que se levantará la construcción de las sociedades democráticas; serán los elementos estructurales que tomarán forma material en el Derecho y este, a su vez, será el elemento esencial con el que se podrá construir ese tipo de sociedad en cada nación, por medio del acuerdo de la mayoría de las voluntades políticas de los ciudadanos que las conformen.
Por tanto, en la medida en que las naciones aumenten el número de habitantes que tengan acceso al conocimiento y a mayores niveles del mismo, en esa misma medida se extenderán las ideas o principios fundamentales que condicionarán el ascenso a la categoría de sociedades democráticas.
La finalidad esencial de la sociedad democrática será organizar la convivencia de los habitantes de manera que todos puedan obtener la satisfacción de las necesidades vitales o básicas y las necesidades derivadas, de naturaleza cultural; todas esas necesidades tendrán el carácter jurídico de fuente de derechos humanos fundamentales que se declararán en la Constitución Política y conformarán la parte primordial del ordenamiento jurídico de cada sociedad. También será finalidad esencial de la sociedad democrática organizar la convivencia de los habitantes para que todos puedan avanzar en la conquista de las mejores condiciones de vida.
Para alcanzar las finalidades que serán el objeto de la sociedad democrática será necesario establecer un orden que se fundamente en la mutua ayuda, el cual se constituirá con reglas de comportamiento que deberán ser obedecidas y cumplidas. Ese orden será creado mediante el acuerdo que se origine por la coincidencia de los pensamientos y de los conocimientos de los ciudadanos y será establecido y sostenido mediante el apoyo mayoritario de sus voluntades.
La creación del orden solidario comenzará por la difusión del conocimiento de las características que tendrá la sociedad democrática y del poder político que tendrá cada uno de los ciudadanos y ciudadanas, con la finalidad de establecer ese tipo de sociedad en la Constitución Política. El avance en la difusión de esos conocimientos deberá llegar al punto en que la gran mayoría de los ciudadanos acuerde las cláusulas de un proyecto de reforma constitucional y se decida a conseguir que sea aprobado en la Asamblea Constituyente que para el efecto se convoque.
Una vez que se obtenga la aprobación de la nueva Constitución Política quedará instituida legítimamente la sociedad democrática como nueva forma de organización política, administrativa, económica y cultural de la nación y también se habrá creado una nueva entidad jurídica y política que se denominará: el Pueblo, la cual estará materialmente integrada por todos los ciudadanos. La nueva Constitución Política instituirá que la voluntad política de la mayoría de los ciudadanos, expresada en los procesos electorales conforme a las reglas en ella establecidas, será la legítima voluntad política del Pueblo con la cual se conformará el poder público que organizará y gobernará a la sociedad.
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