La sociedad democrática existirá desde el momento en que se instituya y comience a operar en la nación un orden dirigido a crear y asegurar la vigencia de normas de Derecho basadas en los principios de libertad, igualdad, equidad, solidaridad y soberanía del pueblo; de esta manera, por el acuerdo de la mayoría de los ciudadanos se fijarán los objetivos de acción dirigidos a conseguir el bienestar general y se establecerán las reglas de comportamiento dirigidas a impedir los actos perjudiciales para la convivencia o las reglas de comportamiento que promuevan las acciones favorables para el desarrollo y progreso de la colectividad.
El orden fundamental de la sociedad democrática no será cualquier clase de orden, elaborado e impuesto por un solo gobernante o un reducido grupo de gobernantes, sino la consecuencia de la participación de las inteligencias y de las voluntades de la mayor parte de los nacionales y de los nacionalizados que tengan la calidad especial de ciudadanos; de ese modo, los participantes en la creación del orden serán quienes tengan raigambre y vínculos indisolubles con el territorio y la nación, pero solamente participarán los que en razón de motivos biológicos y sociales estén considerados como capaces de decidir, esto es, aquellos que hayan alcanzado el grado de madurez psicológica que los habilite para ser titulares de derechos políticos y que no estén jurídicamente incapacitados para el ejercicio de esa facultad.
La característica colectiva del orden social, derivada de su creación mediante la participación de la voluntad mayoritaria de los ciudadanos, garantizará su sostenimiento, su apoyo generalizado y su acatamiento igualmente colectivo, sin necesidad de recurrir al empleo permanente de la fuerza para imponerlo.
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